Espejo mío,
tengo un par de cosas que decirte.
¿Sabes que
gracias a ti, muchas veces me siento gorda y fea?,
la verdad es
que antes, casi siempre.
También que los
años no pasan en mi, permanecen.
Y que en
ocasiones detesté tu reflejo,
a veces cano,
otras fofo, incierto.
Entonces te
permití tontamente deprimirme,
tú, que tan
solo eres un mísero trozo de cristal
y de dudosa
calidad, por cierto.
Y esas veces
pensé que si siguiera
a pie
juntillas,
los amables
consejos de los demás,
estaría más
anoréxica
que una
estilizada muñeca que sigue estando en boga.
¿Y qué poder
obras en mí, para dejar de ser yo?
Respóndeme,
reflejo.
Pues entérate
de algo que no sabes y jamás conocerás.
Es odiosa la
sensación de aguantarse las ganas,
cuando por la
calle vas de prisa,
con tus zapatos
altos, toda delicada,
rogando
mantener el equilibrio
y rezando no
tropezar en el intento de andar,
con un vestido
apretado donde los cánones dicen, que es permitido.
Y de pronto,
¡ahí está!
Ese maldito
delicioso aroma:
cebolla,
cilantro, tripa dorada,
carne asada,
salsa, limón... ¡Tacos!
Y una, con un
hambre descomunal.
Dos de la
tarde, gente transitando, aglomerada,
una ampolla en
los pies, por las desgraciadas prisas
y tus encantos
de mujer, olvidados en un segundo,
dorándose en
ese aceite, junto a las tortillas.
Reflejo, tú no
lo sabes porque eres muy simple,
pero he de
confesarte, ese momento te hace temblar, es decisivo,
¿te estropeas
el maquillaje y las uñas, o te quedas solamente,
con un trago de
agua fresca? y,
¿tu glamour o
tu antojo?
No. Mucho menos
tienes remota idea del placer que significa,
ese mordisco.
Sí, mi alma
abraza el aroma y el sabor exquisito.
Me revienta que
por una estúpida idea,
sembrada por la
moda, la tele y cabezas huecas,
me pierda de
tal presea.
¿Sabes espejo?
Al carajo tu
opinión y la idea de belleza externa,
cada vez más
chueca.
He aprendido a
amarme tal cual soy,
con estrías,
con llantitas,
con canas y
alguna arruga feliz
y con mis
anchas caderas.
¿Por qué debo
temer,
si un buen paso
firme y mente decidida,
me hace única
sobre la tierra?
Así que te
informo, estarás de vacaciones hasta que yo quiera.
Me quedo con
los versos, escrito con sutil delicadeza,
por los dedos
del hombre que es mi luz y fortaleza,
quien escribe
sobre mi piel de naranja,
mandarina, coco
y fresa...
Que me mima y
enamora, que me observa,
que no toma en
cuenta mi peso,
ni mis peleas
contigo,
porque ese
hombre, ama mi esencia.
Porque ha
plantado un jardín de flores con sus besos,
justo ahí,
donde yo sentía
vergüenza...
Y de mí, sin un
gramo de menos,
ha redactado lo
que soy, su más hermoso poema.
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